Una pequeña fuga puede parecer inofensiva… hasta que te das cuenta de que podría estar afectando al rendimiento de tu equipo o poniendo en riesgo la seguridad de toda una instalación. La corriente de fuga es esa corriente no deseada que escapa desde un conductor activo hacia tierra, normalmente a través del aislamiento o componentes metálicos. Saber cómo medir una corriente de fuga puede ayudar a evitar fallos, descargas y disparos intempestivos de los diferenciales, además de poder adaptar tu producto para cumplir con normativas. Si sospechas que algo no va bien, deberías realizar un ensayo de seguridad eléctrica en un laboratorio con los equipos adecuados, como el que tenemos en telproce. Así puedes salir de dudas.

¿Cómo medir corrientes de fuga?
Para medir correctamente corrientes de fuga, lo más habitual es utilizar una pinza amperimétrica de alta sensibilidad, diseñada específicamente para detectar fugas de corriente muy pequeñas. Esta se coloca alrededor de los cables de fase y neutro (en monofásico) o todas las fases más el neutro (en trifásico). Si la pinza detecta corriente, significa que parte de esa energía está desviándose hacia tierra.
Un punto importante es decidir si se mide con o sin carga conectada:
- Sin carga, podrás saber si el problema está en el cableado o instalación.
- Con carga, verás el impacto real de los equipos conectados, especialmente si incorporan filtrado EMC.
En entornos técnicos como los de un laboratorio EMC, también es habitual medir directamente en el conductor de protección (PE), o usar pinzas con filtro selectivo a 50/60 Hz, que ayudan a evitar errores provocados por armónicos o señales de alta frecuencia no deseadas.
Además, es buena práctica realizar mediciones tanto en condiciones normales como en el encendido y apagado de los equipos, ya que algunas fugas impulsivas solo aparecen en esos momentos.
¿Cuáles son los valores normales de la corriente de fuga?
Saber interpretar los valores obtenidos al medir la corriente de fuga es tan importante como saber cómo medirla. No todos los equipos tienen los mismos límites, ya que estos dependen de su diseño, su aplicación y del entorno en el que van a funcionar. Por eso, existen referencias y estándares que marcan qué niveles son considerados seguros.
A continuación, te dejamos una tabla orientativa con los valores máximos más comunes:
Tipo de equipo | Entorno de uso | Límite típico de corriente de fuga |
Equipos de Clase I (con conexión a tierra) | Uso doméstico o general | ≤ 0,5–0,75 mA |
Equipos de Clase I | Uso industrial | ≤ 3,5 mA |
Equipos de Clase II (doble aislamiento) | Cualquier entorno | ≤ 0,25 mA |
Equipos médicos (según IEC 60601) | Clínico/hospitalario | < 5 µA (corriente de fuga al paciente) |
Fuentes de alimentación con filtro EMC | Electrónica de consumo | ≤ 0,5–1 mA (según diseño y norma) |
💡 Recuerda: estos valores pueden variar según el estándar aplicable, el equipo en sí, y el tipo de ensayo (en reposo, en carga, en modo de fallo, etc.). Lo ideal es comprobar siempre cuál es la normativa que aplica a tu producto concreto.
Principales causas de las corrientes de fuga
En cualquier instalación o equipo eléctrico, la presencia de corriente de fuga puede deberse a múltiples factores. Saber cuales son las causas ayuda a prevenir fallos y dar más fácilmente con la solución. Algunas de las principales causas son:
- Aislamiento deteriorado: El envejecimiento, la humedad o daños mecánicos reducen la resistencia del aislamiento, permitiendo que fluya corriente hacia tierra.
- Filtros EMC con condensadores a tierra: Los condensadores tipo Y, usados para suprimir interferencias, generan corriente de fuga capacitiva como parte normal del funcionamiento del equipo.
- Diseño de PCB inadecuado: Separaciones insuficientes entre pistas y planos de tierra pueden crear trayectorias de fuga superficial, especialmente en condiciones de humedad o suciedad.
- Ambientes húmedos o contaminados: La humedad, el polvo o residuos conductivos en la superficie de componentes y cables facilitan corrientes de fuga no deseadas.
- Conexiones sueltas o defectuosas: Malas conexiones o terminales flojos pueden provocar puntos de fuga por contacto inestable o intermitente.
- Sobrecarga o envejecimiento de componentes: Componentes sometidos a esfuerzos térmicos o eléctricos prolongados pueden alterar su comportamiento dieléctrico y aumentar la fuga.
- Errores en el sistema de puesta a tierra: Conexiones a tierra mal hechas, interrumpidas o bucles de tierra pueden generar trayectorias de corriente incontroladas.
- Diseño sin considerar normativas EMC: No prever las fugas desde la fase de diseño, especialmente al usar filtros EMI, puede llevar a exceder los límites normativos de seguridad.
Saber cómo medir corrientes de fuga de forma correcta ayuda a evitar problemas como disparos inesperados, fallos en el aislamiento o incluso riesgos para los usuarios. Si estás desarrollando un equipo o revisando una instalación, tener claro este aspecto puede marcar la diferencia. En TelproCE te acompañamos en todo el proceso, desde las primeras pruebas hasta la certificación final, para que puedas trabajar con total tranquilidad.

